viernes, octubre 13, 2006

Capítulo 3: El SM como sexualidad periférica

El filósofo francés Michel Foucault escribió poco antes de morir varios artículos y entrevistas relacionadas con sus experiencias en clubes de sadomasoquismo en San Francisco. Estas experiencias propiciaron en él unas interesantes reflexiones en torno a la sexualidad y el poder, que marcaron el inicio de mi interés por el tema, pero que no lograba entender por falta de información básica acerca de la experiencia concreta. El capítulo previo aborda los aspectos técnicos básicos y hace una descripción de las actividades específicas que se consideran SM propiamente. Este recorrido teórico nos permite una mejor comprensión de las reflexiones en torno a las prácticas SM que siguen a continuación.

Foucault ubicó al sadomasoquismo dentro de la categoría de sexualidades periféricas, que serían aquellas que según él “se producen lejos de la alcoba de los padres, no son reproductivas, no tienen porque ser heterosexuales, ni monogámicas, ni suaves, ni entre personas de la misma edad, ni en pareja, ni en privado”[1]

Es decir, que de manera significativa el SM crea un escenario en el que se dan formas de sexualidad que se desvían de la construcción social del sexo tan reforzada por los agentes de control social. Las sexualidades no normativas (homosexuales, intergeneracionales, sadomasoquistas, no monógamas), aunque no necesariamente presuponen la conciencia o intencionalidad de desequilibrar el orden establecido, lo desafían con su mera existencia.

Dentro de una sociedad que crea dispositivos para la regulación de la sexualidad por medio de sus agentes de control social, surge la voz de los anormales, aquellos que se autodenominan putos, pervertidos y maricas que reclaman el derecho a decidir sobre su propio cuerpo y un reconocimiento de la autonomía en función de demandas relacionadas con la sexualidad y la reproducción. Los nuevos antagonismos sociales, sin desplazar a los asuntos de clase, raza, etnia, pasan a incluir las relaciones sexuales y la relación entre géneros en sus luchas.

La sexualidad, bien lejos de ser un asunto privado que se practica en la intimidad, ha estado siempre presente para los actores políticos, encargados de regular el comportamiento de la ciudadanía. Las prácticas sexuales, las divisiones de género y las identidades sexuales consideradas normales y desviadas forman parte de los cálculos del poder. Los estados, las religiones, la medicina, el sistema educativo, los medios de comunicación, etc. han dado lugar a prácticas institucionalizadas como la confesión, la hospitalización, el tratamiento psiquiátrico, la escolarización, el encarcelamiento, etc. que sirven a sus intereses y cuya función es ejercer un control social dentro del cual la sexualidad ha tenido gran importancia.

Las sexualidades periféricas, entre ellas el sadomasoquismo, caen dentro del terreno de lo que debe ser contenido, tratado y reglamentado. Aquí comenzamos a entender por qué han sido objeto de tan intensa crítica y persecución.

Foucault aclara en una entrevista lo que se proponía hacer al abordar el tema de la sexualidad en sus análisis:

Intento hacer una arqueología de los discursos sobre la sexualidad,
es decir, de la relación entre lo que hacemos, lo que nos imponen, permiten y
prohíben, hacer en materia de sexualidad y, lo que nos permiten, imponen y
prohíben, decir a propósito de nuestras conductas sexuales
[2].

Sabemos que las prácticas sadomasoquistas pertenecen a ese ámbito de lo prohibido. Si de hecho estas prácticas representan una amenaza para el orden establecido —y de qué manera— es un análisis bien complejo que no puede ser abordado exhaustivamente por un trabajo como éste.

Mas podría hacerse una pregunta: ¿qué nos imponen, permiten y prohíben hacer y decir respecto a la sexualidad y por que? Responder a esta pregunta es de suma importancia para desnaturalizar aquello que consideramos sexualidad “normal o sana”, para permitirnos, aunque sea por un rato, dejar a un lado lo que conocemos como verdades fundamentales sobre el sexo, aquellos prejuicios personales y profesionales que seguramente surgen al comenzar a pensar en este tema para examinarlo a fondo antes de llegar a una conclusión.

Efectivamente las prácticas SM en muchos casos suponen romper inhibiciones y tabúes culturalmente impuestas, como son la idea eterna del amor romántico, la falsa idea de que las relaciones de pareja son igualitarias, la idea de que el sexo siempre es genital y que acaba con la penetración, para nombrar algunas cuantas.

A continuación examinaremos algunas de las maneras en las que el SM potencialmente supone un desafío a las grandes verdades de nuestra cultura sobre la sexualidad.


Juegos de poder

Foucault propone que el sexo sadomasoquista funciona como un teatro de las relaciones de poder existentes en la sociedad moderna. Lo que hace esta puesta en escena es mostrar los juegos de poder presentes en todas las relaciones humanas.

Se puede afirmar, el SM es la erotización del poder, la erotización
de las relaciones estratégicas. Lo interesante en el SM es la manera que difiere
del poder social. El poder se caracteriza por el hecho de que constituye una
relación estratégica la cual se estabiliza en las instituciones. En las
relaciones de poder la movilidad es muy limitada, algunas fortalezas son muy
difíciles de tumbar porque ellas han sido institucionalizadas y su influencia es
sensible en el curso de la justicia, y en los códigos. Con respecto al juego del
SM es muy interesante, porque siendo una relación estratégica, es siempre muy
fluida. Hay papeles, por supuesto, pero cada uno sabe muy bien que estos papeles
pueden ser invertidos. O incluso si los papeles son estables, los protagonistas
saben muy bien que se trata de un juego: las reglas son transgredidas, hay un
acuerdo explícito o tácito, que define algunas fronteras. Este juego estratégico
es muy interesante en tanto que fuente de placer físico. Pero no constituye una
reproducción en el interior de la relación erótica de la estructura de poder, es
una puesta en escena de las estructuras de poder por un juego estratégico capaz
de procurar un placer sexual o físico.
[3]


El SM pone el acento en esta dimensión erótica del poder y las relaciones humanas y al mismo tiempo las cuestiona cuando al intercambiar los roles de dominante y dominado se pone en primer término su artificiosidad, su convencionalismo. Hay una puesta en evidencia de la sexualización del poder, del funcionamiento del poder como fuerza socializadora y de la evidencia del juego fetichista que la sociedad misma incorpora a las relaciones humanas de subordinación.

Gran parte de la fascinación y el rechazo que produce una subcultura como el SM tiene su origen en esa puesta en evidencia a través de la sexualidad de como todas las relaciones humanas tienen algo de juego erotizado presidido por la dominación, el control, el intercambio de roles, el castigo y la humillación. Es develado un goce secreto que desencadena fuertes reacciones de rechazo, porque al ponerlo en escena hace aparecer aquello que todos sospechamos y tratamos de mantener escondido. Hay horror al ver reflejado los altos niveles de violencia y crueldad que todos los seres humanos llevamos por dentro, el secreto componente sexual que acompaña el ejercicio del poder y cómo lo incorporamos en nuestras instituciones.

Al des-esencializar el rol que se ejerce en las relaciones estratégicas, más que reificar relaciones de abuso, las expone, dejándolas al descubierto, vulnerables, permitiendo hacerlas conscientes para poder tramitarlas y así restarles poder. Las subvierte, ya sea por la manera en que el sumiso logra empoderarse a través del acto, al volverlo placentero, o al tener control sobre los limites, es decir, al tener el poder de detenerlo en cualquier momento o al revertir los papeles.


Un nuevo derecho relacional

Foucault hace referencia al SM y a la homosexualidad como maneras posibles de llevar a cabo el propósito de crear nuevas posibilidades relacionales. La manera de relacionarse entre el dominante y el sumiso supone un nuevo esquema de relación basado en unos roles adoptados libremente y con plena conciencia. La manera en que se relacionan los seres humanos es altamente reglamentada por las costumbres sociales y las instituciones. El SM permite una manera diferente de relacionarse.

Según Foucault cualquier forma de relaciones que se escape a la normatividad del sistema es amenazante porque:

Un mundo de relaciones restringidas es manejable, un mundo rico en
relaciones es complicado de administrar. La lucha es contra ese empobrecimiento
del tejido relacional. Deberíamos intentar imaginar un nuevo derecho relacional
que permita todos los tipos posibles de relaciones (...) Escapemos en la medida
que sea posible al tipo de relaciones que nos propone nuestra sociedad, e
intentemos crear un espacio vacío para nuevas posibilidades relacionales.
Proponiendo un derecho relacional nuevo, los homosexuales podrían enriquecer su
vida modificando su propio esquema de relaciones.
[4]

Los acercamientos permitidos con personas por fuera de la pareja son muy restringidos. La mirada, los temas de conversación y el contacto físico están altamente regulados. Las personas SM suelen romper esa barrera al posibilitar el estímulo sexual por fuera de los vínculos formales de relación. Se pueden ver personas que se acaban de conocer, dándose masajes en los pies, ensayando juguetes nuevos y participando en muchas otras actividades que usualmente se consideran muy íntimas y que están reservadas para la pareja monogámica.

En el mundo SM, hay mucha gente que se identifica como poli-amoroso. Dossie Easton y Catherine A. Liszt son escritoras de San Francisco, muy reconocidas dentro de la comunidad SM. En 1998 publicaron un excelente libro, llamado The ethical slut (La puta ética). Ellas son psicoterapeutas, en práctica privada, y proponen la poliamoría como una opción de relaciones válidas y éticamente posible. Le hacen una dura crítica a la monogamia como única opción y ofrecen ejemplos de sus conocimientos y experiencias con las subculturas sexuales de San Francisco. Sostienen que especialmente las personas interesadas por el SM, entienden que hay personas con las que uno tiene lazos afectivos y compromisos de por vida y hay personas con las que uno juega, lo cual no significa que no sea significativo. Ambos tipos de relaciones son importantes y necesarias en la vida y no todo tipo de relaciones funcionan para todas las personas. Esta manera de entender las relaciones, está especialmente arraigada en la comunidad SM.

Es muy común escuchar que las personas SM están en una “relación abierta”, lo cual significa que actualmente están en una relación principal que les permite tener encuentros sexuales con otras personas dentro de ciertos límites que la pareja misma establece según sus creencias y necesidades. Muchos de los jugadores con los que he hablado tienen este tipo de arreglos. Dentro de estos círculos lo más común es escuchar historias de personas en relaciones con parejas vainilla que entienden su interés por el SM pero no lo comparten. Así que tienen arreglos sobre lo que permiten por fuera de la relación.

Pareciera que en el ambiente SM hubiese una noción diferente de lo que significa la fidelidad. La gente no aparenta ser tan celosa y posesiva como en otros ambientes. Cuando se juega en público el top acepta y disfruta que otras personas vean a su pareja desnuda o semi-desnuda. Se considera perfectamente aceptable, si se hace de manera respetuosa, proponerle jugar a alguien que está con su pareja o que se sabe que tiene pareja.

Un día estando con mi pareja nos encontramos con una amiga suya, quien le dijo de la manera más casual que le parecía atractiva y le gustaría jugar conmigo o quizá hacer una escena entre las tres. Ella lo tomó como un halago y quedaron de hablar para cuadrar los detalles. Muy diferente a la reacción típica en cualquier otro ambiente. Hay un mayor reconocimiento de la necesidad humana de variedad a la cual parecemos tener derecho en todo (comida, ropa, música, etc.) menos en el sexo. En esta área se supone que debe ser con la misma persona por el resto de la vida y más o menos de la misma manera, todo lo demás se considera sospechoso.

Parece ser mucho más saludable aceptar estos deseos y compartirlos con la pareja; reconocerlos como algo normal que no necesariamente significa falta de amor. Nunca había visto esto con mayor tranquilidad y franqueza que entre la gente SM. Me invitaron a un asado para celebrar el 4 de julio en la casa de uno de los miembros de DSF (un grupo SM). Me sorprendí al enterarme que la pareja de juego del anfitrión estaba invitada a su casa, donde él iba a estar con su esposa quien no participa del BDSM pero sabe de su interés.

Una noche una pareja hétero le propuso a una lesbiana, una escena de cera caliente en la que ambos hacían de top. Ella se desnudó completamente y, a continuación, se desarrolló una escena en la que ella llegó hasta a tener un orgasmo con estas personas que acababa de conocer y de las que se despidió sin compromisos.

Conozco una pareja hétero que llevan muchos años juntos. Los dos se identifican como dominantes y están bastante involucrados en el ambiente. Por mucho tiempo les funcionó jugar con otras personas, cada cual por su lado, pero después de cierto tiempo les pareció que el jugar por separado le estaba restando intimidad a su relación, así que tomaron la decisión de buscar a una mujer sumisa que se pudiera unir a la relación y que ambos pudieran compartir. Uno de sus arreglos es que ella puede besar a las mujeres cuando juega pero no a los hombres; eso es considerado como una infidelidad por ellos.

He escuchado que es bastante común que se formen familias de personas que viven juntos y comparten sus juegos BDSM y he visto avisos buscando personas para este tipo de arreglos. Comúnmente es una pareja mayor, establecida, que requiere los servicios de un esclavo. Jordan pertenece a una familia BDSM, que consiste de una pareja hombre/mujer casados y cuatro esclavas. Está claramente definido quien le pertenece a quién y cuáles son sus responsabilidades. La familia tiene un negocio en la red de venta de látigos y otros implementos para el juego. Esta chica dice que por supuesto que hay problemas, pero que en general se siente muy a gusto con este tipo de relación.

Es posible que este tipo de experiencias permitan desligar al sexo de la tiranía de la relación romántica, de la obligación del cortejo y del compromiso.

Un amigo en Medellín me dijo un día en que conversábamos sobre los saunas gay, que desearía que hubiera un lugar así para heterosexuales, y una de las personas presentes le respondió “ustedes tienen Comfama”. En esta broma mi amigo hablaba del cansancio que le invade como hombre heterosexual al pensar en tener que cortejar a una mujer cuando en realidad lo que le interesa es sexo pero no le atrae la idea de ir donde una prostituta. Ese tipo de deseos son duramente reprimidos en nuestra cultura. Para llegar a un punto en el que estos deseos sean admisibles sería necesario todo un cambio en las actitudes frente al sexo, del cual estamos muy lejos en nuestra sociedad con los roles sociales y de género, machistas y cristianos con los que operamos.

Se trata de llegar a un punto en el que no hay formulas definidas para relaciones posibles, iguales para todos, sino que se construyen de acuerdo a las necesidades de los participantes y son modificadas con el tiempo conforme estas necesidades van cambiando.

Beatriz Preciado habla de este tipo de arreglos en una entrevista concedida a la revista Brumaria:

La sexualidad siempre es producto de un contrato. Entonces, se
trata de llevar esa idea al límite y de proponer contratos alternativos. Este
tipo de teorías no han surgido en la filosofía, los encontré, por ejemplo, en
grupos de sadomasoquismo lesbiano en Nueva York en los años 90. Porque ahí
observé que había una cultura sexual absolutamente alternativa, absolutamente
distinta, que proponía modelos de relación nuevos y que estaba deconstruyendo
aquellas bases que incluso la filosofía no podía ni siquiera tocar. La
utilización del contrato viene de las prácticas SM. En principio, el contrato
aparece como un pin de la ley, la marca de la ley como una estrategia de
control, pero al darle la vuelta el contrato, de repente, se convierte en un
instrumento de empoderamiento, no tanto de ese efecto del poder.
[5]

Aquí Beatriz Preciado nos habla del contrato del tipo que se usa en el SM en oposición al contrato social habitual del matrimonio heterosexual, monógamo y reproductivo. En éste, el acuerdo se da por efectos de normalización. En el contrato SM hay negociación, el acuerdo se hace exclusivamente entre las partes involucradas, obedeciendo a su deseo y a sus necesidades particulares, porque justamente no existe un patrón que les sirva. Entonces es un arreglo que remite a la ley, que quizás observe unos patrones incluso más rígidos, pero que sigue siendo subversivo en tanto que es una apropiación particular de la ley.

La negociación de contratos es simplemente una manera de comunicar necesidades y deseos y de satisfacer esas necesidades y deseos por un periodo específico. Sirve como un foro para discutir periódicamente la manera en que se ha cambiado, lo que se ha aprendido y cómo organizar las cosas para asegurar el entendimiento y la satisfacción de las partes.


La des-genitalización del placer


Otro punto fundamental de las prácticas sadomasoquistas es que se abandona lo genital como lugar esencial o principal de la sexualidad, y ésta se ve desplazada a todo el cuerpo como lugar posible de experimentación de placer.

El sadomasoquismo es para Foucault, “un juego que se juega con el cuerpo mismo, una falsificación del placer mediante una serie de instrumentos extraños que lo convierten en un lugar de producción de placeres polimorfos, en la búsqueda de inventarse a sí mismo.”[6]

Como señala Foucault, en una de sus últimas entrevistas, concedida a Body Politic, al referirse a los sadomasoquistas:

[Ellos] Inventan nuevas posibilidades de placer haciendo uso de
ciertas partes inusitadas del cuerpo, erotizándolo. Se trata de una suerte de
creación, de proyecto creativo, una de cuyas notas destacadas es lo que me
permito denominar desexualización del placer. La creencia de que el placer
físico procede simplemente del placer sexual y de que el placer sexual es la
base de cualquier posible placer es de todo punto falsa. Las prácticas
sadomasoquistas lo que prueban es que podemos procurarnos placer a partir de
objetos extraños, haciendo uso de partes inusitadas de nuestro cuerpo, en
circunstancias nada habituales, etc.
[7]

La estimulación producida por un flogger en la espalda, corrientazos de electricidad por el cuerpo, la humillación de una lluvia dorada, todas son actividades capaces de proporcionar placer sexual y en algunos casos pueden hasta producir orgasmos no genitales.

Javier Saez en su ensayo “El macho vulnerable: pornografía y sadomasoquismo”, señala cómo la pornografía ha servido para recortar el cuerpo y señalar el sexo, sirviendo para reforzar los parámetros culturales sobre el sexo más que cuestionarlos, mientras da la apariencia de ser radicalmente subversiva.

El SM supone un desafío a los sistemas de producción de sexualidad, dado que propone un desplazamiento radical: se abandona lo genital como lugar esencial o principal de la sexualidad, y ésta se ve desplazada a todo el cuerpo como lugar posible de experimentación de placer.

Un buen ejemplo de este desplazamiento es el fist fucking o penetración anal con el puño (fist). No es una práctica exclusiva del SM. Pero los espacios en los que aparece son espacios creados por la comunidad SM. Espacios como “The Catacombs”, un club SM de San Francisco donde en los años 70 florecieron las prácticas de fist.

Como nos demuestra la pornografía, el sexo genital no se reprime porque el sexo genital refuerza la diferencia sexual y la asignación de roles y género: hombre penetrador, mujer penetrada. El fist es una especie de reconquista de un terreno prohibido: el ano. En el caso de los hombres solo el medico podía tocar “ahí” y era una exploración vergonzante y privada, justificada para detectar enfermedades de la próstata. Los fist se apropian de ese espacio privado y “del especialista” y le dan un sentido diferente: de comunidad, de aprendizaje, de placer, de autonomía. El placer sexual ya no esta ligado exclusivamente a los genitales y la dinámica obligatoria erección-eyaculación es interrumpida y cuestionada.

Se puede decir que el SM saca al sexo de la fórmula o la receta a la que está sometido y permite innovar e introducir variaciones que intensifiquen el placer del acto sexual.

Para Foucault:

La mezcla entre las reglas y la posibilidad de detener el juego,
tiene el efecto de intensificar las relaciones sexuales, introduce novedad,
tensión e incertidumbre, de la cual está exenta la simple consumación del acto
sexual. El fin, es utilizar cada parte del cuerpo como un instrumento sexual.
[8]

El sexo vainilla o lo que conocemos como sexo “normal” consiste usualmente en seguir una fórmula que va de seducción, conquista, preámbulo, penetración y orgasmo. Aunque es terriblemente aburrido seguir siempre el mismo patrón, es difícil romper con los patrones en la conducta sexual, especialmente cuando hay tan poca formación en esta área y la exploración sexual suele ser duramente reprimida y castigada socialmente.

El cuerpo hétero (straight) es el producto de una división
del trabajo de la carne según la cual cada órgano es definido por su función.
Toda sexualidad implica siempre una territorialización precisa de la boca, de la
vagina, del ano. De este modo el pensamiento heterocentrado asegura el vínculo
estructural entre la producción de la identidad de género y la producción de
ciertos órganos como órganos sexuales y reproductores. El sexo del ser vivo se
convierte en un objeto central de la política y de la gobernabilidad. La
normalización contemporánea del cuerpo se basa en esta circulación diferenciada
de los flujos de sexualización.
[9]

Esto se evidencia por ejemplo en el terror de los hombres heterosexuales al sexo anal, práctica que ha sido socialmente construida como un acto homosexual. O la creencia de que solo el hombre puede llevar a cabo el acto de penetración. Fisiológicamente el equivalente del punto G en los hombres está ubicado cerca de la próstata y se estimula con la penetración anal, esto es cierto para todos los hombres, no sólo los homosexuales. Pero socialmente se nos ha hecho creer en una supuesta naturalidad del sexo que hace que pensemos en la penetración anal como un acto anti-natural. Esto hace que sean las normas sociales las que determinen qué se hace con el cuerpo, dando una función a cada órgano que mejor concuerde con sus intereses a gran detrimento de la posibilidad de goce presente en el cuerpo.

Lo que hace la práctica del SM es un ejercicio de libertad con el propio cuerpo. Reclama el derecho a decidir de qué manera el cuerpo se procura placer aunque no concuerde con los intereses de la sociedad que piensa en términos de producción y ganancia.

En el mundo del Fetish y el SM, el sexo genital es solo un
sabor del erotismo. Sabemos que podemos desatar la energía de un orgasmo de cien
maneras, que la respuesta de nuestros cuerpos no dependen únicamente de nuestros
fragmentos de carne erecta –y la respuesta de nuestras mentes y espíritus tienen
incluso menos límites.
[10]


En muchos establecimientos y reuniones SM, la penetración y la masturbación están incluso prohibidas, por razones de higiene y por otras razones legales y aun así la gente considera que está llevando a cabo actos sexuales. Hay personas para quienes el orgasmo genital no es importante, no es lo único importante o no es la única fuente de placer posible ni la principal.

Sin embargo hay quienes opinan que esta manera de pensar ha sido llevada hasta el extremo de hacer creer a la gente que el SM no tiene nada que ver con sexo, lo que es desde todo punto de vista falso. Es como un intento de purificar la experiencia. Una cosa es decir que no se centra exclusivamente en la estimulación sexual genital como única fuente de placer posible y otra cosa muy diferente es decir que no se considere importante o que no se realice. Se amplia el espectro de actividades posibles pero la gente SM disfruta del sexo genital tanto como cualquier otro grupo e incluso las técnicas que se utilizan están orientadas a mejorarlo, volverlo más intenso, prolongarlo; la mayoría de las personas que juegan lo hacen para excitarse sexualmente. El ambiente SM es un ambiente muy cargado sexualmente y es importante no perder esto de vista. Es cierto que hay algunas formas de juego SM que no son sexuales (en términos genitales), mas no es lo habitual.

El placer en el dolor

Pero este ejercicio de libertad no solo consiste en el uso de diferentes partes del cuerpo, sino en la conversión del dolor en placer. Hay personas que logran tener orgasmos no genitales producidos exclusivamente por el dolor.

Es curioso como los moralistas estrictos no se oponen al uso de dolor como castigo, pero les parece inaceptable utilizarlo para proporcionar placer. Aquí vemos nuevamente como se interviene sobre el cuerpo y nos damos cuenta de cuan reguladas están nuestras acciones sobre el mismo.

Foucault dice que:

En el sadomasoquismo te entregas a una especie de fiebre alucinatoria, a medida que tu propia sangre te sumerge en el delirio, vas a enfrentar tu ‘momento de la verdad’, esa experiencia que te lleva al umbral de tu propia muerte imaginada. El arte del sadomasoquismo, es teatro: su delicioso estímulo del daño, del riesgo alto. La técnica es lograr un dolor placentero (...) La clave es la imprecisa alquimia del SM y los modos mediante los cuales, utilizando sus herramientas y técnicas, se puede trabajar en el cuerpo y transmutar el dolor en placer.[11]


Esto nos enseña que es posible aprender a reaccionar de manera diferente al dolor. Usualmente frente a esta realidad tan presente en nuestras vidas reaccionamos de manera automática. La manera en que nuestra cultura maneja el dolor es negándolo y evitándolo a toda costa. De ahí el enorme éxito y las ganancias de la industria farmacéutica.

Desde que recuerdo, le he tenido muchísimo miedo a las inyecciones. La conciencia que he adquirido con el SM sobre el dolor ha hecho que desaparezca ese miedo y que el dolor producido por la aguja sea procesado de una manera no automática.

La mayoría del condicionamiento represivo al que estamos sujetos tiene que ver con sexualidad y con la energía sexual; el dolor sirve para desatarlo y traerlo a la superficie. Así, el dolor puede servir como una puerta de entrada a otros mundos como lo han constatado los místicos. Es posible que lo transporte a uno a lugares en los que nunca ha estado. El dolor tiene la capacidad de llevarlo a uno, de un lado a otro dentro del ser.

Soportar dolor puede dar una increíble sensación de poder sobre el propio cuerpo y sobre las circunstancias de la vida. Si uno se puede negar a sentir el dolor, o a reaccionar a él, también siente que puede controlar su vida.

El asunto del dolor ha sido una de las grandes razones por las cuales el SM se ha considerado como una actividad de locos peligrosos que gustan de lastimar a otros o a sí mismos. Se cree que ninguna persona en sano juicio se sometería voluntariamente a algo que le produzca dolor. Sin embargo, hay muchas situaciones socialmente aceptadas en las que las personas deciden tolerar el dolor o la incomodidad si la meta que desean alcanzar hace que valga la pena. Entre estos están la actividad física extenuante, el martirio religioso y los regimenes de belleza. Desafortunadamente parece que somos incapaces de usar el mismo razonamiento y comprensión que aplicamos a asuntos no sexuales para formular nuestras posiciones sobre asuntos sexuales. El hecho de que nuestra sociedad desapruebe del sadomasoquismo mientras exalta las otras actividades en las que hay dolor es una interesante demostración de cómo el sexo siempre se considera un caso aparte. Es una muestra de cómo en nuestra cultura, se considera sospechosa toda actividad que produzca placer.


Tecnificación del sexo

El primer deber del hombre es volverse artificial
Oscar Wilde

El buen sexo se supone que sucede automáticamente entre personas que se aman. Si el sexo es algo menos que espectacular, culpamos la calidad de los sentimientos de nuestras parejas. El planear un encuentro sexual y el usar juguetes o equipo para producir sensaciones específicas parece antitético al romance.

El SM pone al sexo en el plano del juego. Lo convierte en una forma de teatro en la que hay que practicar y aprender bien los papeles. Se pueden desarrollar distintos personajes y se prepara para ellos como lo haría un actor. Para ello se requiere desarrollar la creatividad al conseguir el vestuario y los implementos, planear las escenas, practicar con los instrumentos, consultar la literatura. Esto se convierte en una sofisticación del sexo, que se vuelve arte y tecnología.

Mediante una revalorización del placer, el sexo se convierte en una actividad a la cual se le otorga una gran prioridad en la vida y en la cual se invierte tiempo y energía.

Hay tantas actividades y variaciones en lo que se puede ensayar. Siempre hay talleres, demostraciones, retiros, concursos y eventos en los que se puede aprender nuevas técnicas y compartir los conocimientos con otros. Especialmente en Estados Unidos, la comunidad está muy organizada y gracias al Internet se mantiene comunicada entre las distintas ciudades. Los grupos SM suelen hacer reuniones semanales o mensuales en las que se suele incluir demostración y práctica de técnicas. Los distintos grupos comparten la información al invitar a expertos en las diferentes especialidades a las reuniones.

En Fort Lauderdale, en el estado de la Florida se hace un evento anual que se llama Leather University, Universidad de Sadomasoquismo, es un encuentro de una semana en la que se dictan todo tipo de conferencias sobre técnica. Hay un proceso de inscripción y matrícula, número de créditos a los que se tiene derecho, una reseña de la hoja de vida de los docentes y certificados de asistencia al final.

Hay algunos jugadores que insisten en ver las credenciales de su pareja antes de acceder a jugar. Las personas desarrollan algo parecido a las hojas de vida en sus perfiles online en las que hablan de su experiencia con determinadas técnicas y de sus conocimientos teóricos. Hay muchos dominantes que exigen que el sumiso tenga un conocimiento básico de la literatura SM antes de acceder a jugar o a entrenarlos.

Todo esto lleva a la desnaturalización del acto sexual y la aplicación de la tecnología en este ámbito nos lleva a tener que re-pensar el sexo teniendo en cuenta los nuevos factores.

En el SM la relación de los sujetos con estos objetos forma parte
de la producción moderna del cuerpo y de la relación de éste con los objetos
manufacturados. La novedad de este análisis es que la historia de la sexualidad
se desplaza desde el ámbito de la historia natural de la reproducción para
formar parte de la historia (artificial) de la producción.

(...) El hecho de que haya tecnologías precisas de producción de cuerpos “normales” o de
normalización de los géneros no conlleva un determinismo ni una imposibilidad de
acción política. Al contrario. Dado que la multitud queer lleva en sí
misma, como fracaso o residuo, la historia de las tecnologías de normalización
de los cuerpos, tiene también la posibilidad de intervenir en los dispositivos
biotecnológicos de producción de subjetividad sexual.
[12]


En el SM este intervenir en los dispositivos biotecnológicos podría verse como subversión y apropiación de estos mismos discursos por las multitudes queer. Esto se evidencia especialmente en los adeptos al juego médico, quienes se apropian del lugar del especialista y se permiten hacer y tocar ahí donde solo le es permitido al médico. Una experiencia humillante o dolorosa se vuelve placentera, una técnica para reprimir la sexualidad se utiliza para fines sexuales (cinturones de castidad). Algo que debería ser doloroso o repugnante, se erotiza. Se invade un espacio sagrado y el sujeto reclama el derecho sobre su propio cuerpo y de hacer con él lo que le venga en gana. Las personas reclaman el derecho de cortar y perforar su piel, de jugar con sus fluidos (como la sangre y la orina), a explorar los orificios prohibidos (como el ano).

El SM es una cultura que pone un gran énfasis y hace una tecnología del sexo. Se fomenta todo tipo de información que tenga que ver con sexo, se dedican a estudiarlo, comprenderlo y practicarlo para mejorar las técnicas y a crear instrumentos. Son grandes productores y consumidores de todo tipo de artículos y juguetes sexuales.

Los seres humanos se vuelven máquinas sexuales Hi-Tec, órganos
sexuales de esta especie post-humana que sintoniza cuerpo y máquina. Tras ellos
todo se vuelve ilógico, anormal: el discurso médico y sus médicos, el discurso
jurídico-legal y sus jueces, el discurso psico-social y sus psicólogos y
sociólogos, el discurso político dominante y sus secuaces, el discurso que
ordena las familias y sus padres y madres, el discurso fílmico y sus máquinas de
amar...
[13]


Para dar un ejemplo de esto, tomemos el dildo, del cual Beatriz Preciado habla extensamente en su libro Manifiesto contrasexual.

En los juegos sadomasoquistas, de gays y héteros, el dildo tiene gran importancia, es considerado un juguete indispensable en cualquier colección, usado por hombres y mujeres de toda orientación sexual.

Aquí incluyo fragmentos tomado de una carta abierta a modo de presentación, por Fefa Vila, que hace referencia a Manifiesto contrasexual: prácticas subversivas de identidad sexual de Beatriz Preciado.

Hablas de dildos, para expresar tus ideas de otros sexos que ya
están/estamos aquí. Atrás dejas la tediosa guerra entre los dos sexos
(innombrables), y su sexualidad, convertida en una inocua y aburrida dialéctica.
Proliferación de dildos: dildos-cabeza; dildos-pierna, dildo-pecho, dildo-pene,
dildos sobre unos zapatos de tacón de aguja. Dildos parlantes que dicen que el
pene es un sexo de mentira y que el falo no existe. El orden anatómico-político
heteronormativo y el heterocentrismo dominante con todos sus penes y vaginas,
con sus llenos y vacíos, con sus cóncavos y convexos, y con todas sus muñecas
hinchables se marchitan. Su naturaleza se debilita frente a la presencia del
dildo. Las resistencias del dildo-tránsito nos proporcionan un lenguaje para
pensar y una estrategia para empezar, a nada más y nada menos, que a movernos.
El Manifiesto contrasexual es más que un canto al placer en la confusión de las
fronteras de los sexos y las sexualidades, va más allá, en su lógica de
creciente conexión donde el cuerpo se enlaza con sus órganos prostéticos.
[14]

Según Preciado, el dildo rompe con el orden simbólico heterosexual: el pene ya no es la marca del cuerpo masculino, sino una prótesis a disposición de todos los cuerpos dentro del gran abanico de las tecnologías sexuales. Es evidente que el dildo tiene una relación simbólica con el pene, pero en vez de reforzar la predominancia del pene como instrumento privilegiado de penetración, dentro de la teoría queer se considera que desnaturaliza la heterosexualidad del pene (pudiendo ser utilizado por gays, lesbianas, sadomasoquistas... y cualquier práctica al margen de la heteronorma). El dildo rompe con el orden simbólico heterosexual: el pene ya no es la marca del cuerpo masculino, sino una prótesis a disposición de todos los cuerpos dentro del gran abanico de las tecnologías sexuales.


De las relaciones de género a las relaciones estratégicas

En la práctica del sadomasoquismo se le resta importancia a la orientación sexual y al género al poner el énfasis en la relación estratégica, “el SM es la utilización de una relación estratégica como fuente de placer. En el SM las relaciones estratégicas hacen parte del sexo, como una convención de placer en el interior de una situación particular.” [15]

En este ambiente con frecuencia se le da mayor importancia al rol que se asume (dominante o sumiso), a las fantasías, los fetiches y las preferencias de técnica de las personas que al mismo género.
ooo
No siempre es el caso pero a veces se dan unos grupos muy heterogéneos, como en Paddles, donde es posible ver a los héteros, lesbianas y bisexuales en un mismo espacio aprendiendo unos de otros y muchas veces hasta jugando entre sí. (Los hombres gay aunque tienen acceso a este lugar no lo frecuentan porque ellos cuentan con sus propios espacios que tienen fama de ser mucho más organizados y sofisticados). Por lo tanto un hombre heterosexual le puede producir placer sexual a una lesbiana a través de técnicas SM, sin que haya una relación amorosa entre ellos y que el encuentro aun así sea placentero para ambos. No es absolutamente necesario el romance, ni siquiera la atracción física. Se trata de otra cosa, de producir placer en el cuerpo. Los sadomasoquistas no suelen ver esto como una amenaza a su identidad sexual. En Paddles este tipo de situación es común.

Tuve la oportunidad de ver en varias ocasiones la manera en que se negocian escenas entre personas de diferente orientación sexual. Una noche me presentaron a una lesbiana cuyo estilo habitual es butch o masculina, pero ha desarrollado el personaje de una mujer sexy y femenina. Cuando está en este rol, le gusta jugar con hombres sumisos y les pide que la llamen Charlie, un nombre masculino. Es interesante el contraste de su aspecto ultra femenino y coqueto, con su identidad lesbiana y con el juego de género al ocupar una posición dominante y pedir ser nombrada como hombre.

Una vez observe una escena entre un hombre heterosexual que se viste de mujer para ir a Paddles, una mujer transexual lesbiana y una mujer bisexual. El hombre y la trans ambos hacen de top, con esta mujer que acaban de conocer a través de amigos comunes. Se toman turnos con los instrumentos de flagelación, uno la azota mientras el otro la acaricia y la besa. Cuando es evidente que la sumisa esta muy excitada, la mujer le dice que pida permiso para venirse y la lleva hasta el orgasmo.

Lo más común es que las mujeres hétero disfruten de jugar con otras mujeres, ya sean dominantes o sumisas y por lo general cuentan con la aprobación o la incitación de sus compañeros. A las mujeres parece encantarle jugar entre sí, muchas veces cuando juegan un hombre dominante y una mujer sumisa, el hombre le pide a alguna mujer presente que la bese, acaricie o juegue con sus pezones mientras la azota. Se considera perfectamente aceptable que una mujer hétero haga esto sin que eso signifique necesariamente que es bisexual.

Hace poco Laura, una amiga, hizo una escena en la que una top heterosexual novata le sirve de asistente. En cierta parte, Noelle sostiene a la sumisa por delante mientras Laura la lleva hasta el orgasmo estimulándola desde atrás. Al hablar luego sobre la escena, Noelle les cuenta lo conmovedor y emocionante que fue para ella estar tan cerca de una mujer mientras tiene un orgasmo, una experiencia muy poderosa y excitante.

Es bien sabido que en el SM hay mucho juego con el género. Siempre hay hombres que van a los eventos vestidos de mujer y viceversa. Las mujeres con frecuencia usan dildos en las escenas y penetran a otras mujeres, a hombres, a mujeres haciendo el papel de hombres sumisos (les llaman bois y son como unos niños esclavos). A veces las mujeres usan el dildo con personajes masculinos, otras veces haciendo de mujer fálica ultra femenina. Las variaciones en los juegos de género que se ven son infinitas y tan diversas que uno termina por dejar de tratar de clasificarlas. Además son muy divertidas. Por ejemplo cuando una mujer transexual con pene, que se define como lesbiana, penetra a una “mujer biológica”, ¿se puede afirmar que es una relación sexual hétero? Si esta mujer está en un rol de muchacho y es penetrada por el ano, ¿se vuelve homosexual?

Vemos que en estos casos estas categorías ya no sirven y se vuelve absurdo tratar de encajarlos dentro de una de ellas. Cuando se hace el ejercicio de pensar en todas las variaciones posibles, se da uno cuenta de la futilidad de estas precisiones taxonómicas y se vuelve simplemente sexo queer que además suele ser cambiante.

(Ver anexo 9: Michael Hernandez, “género y transgenero”.)


Cuando asumimos una identidad sujetamos el desarrollo de nuestra
potencia de vida a los deseos, a las ideas y a las formas de vida propias de
esta identidad (...) El yo personal se alimenta de estos deseos, ideas y formas
y no deja que prolifere nada que no esté de acuerdo con esta identidad. Estamos
aprisionando la vida. El devenir comienza cuando rompemos las líneas duras del
ser.
[16]


La tendencia de las prácticas SM en Nueva York, muy influenciada por el movimiento queer, es más hacia la unificación con el auge de grupos y eventos pansexuales. En los folletos o las invitaciones hacen explícito que son bienvenidas personas de cualquier orientación sexual incluyendo a travestís y transexuales. Los grupos separatistas que en algún momento tuvieron mucha importancia como el Lesbian Sex Mafia han ido quedando en el olvido. Fueron muy importantes en su época porque retaron el esencialismo de género de las feministas pero en la actualidad las mujeres que pertenecen a este grupo suelen ser mayores y se dedican más a talleres informativos o a educar sobre seguridad, que a hacer eventos y fiestas. Los nuevos grupos suelen ser abiertos a toda orientación. Los grupos más antiguos como TES han cambiado sus políticas y han creado subgrupos dentro de la misma organización. Los eventos más populares de juego SM en la actualidad, tienen la modalidad de fiestas semanales (Flesh Theater), mensuales (SPAM) y trimestrales (Submit), estas no requieren de membresía y cambian de tema y localidad con frecuencia. Los asistentes suelen ser jóvenes con una actitud abierta y positiva hacia el sexo. Es un ambiente de mucha experimentación con el género y en el cual el SM es solo un tipo de actividad sexual entre muchas otras que practican los participantes. También son personas con bastante acceso a diferentes tipos de experiencias y que por lo tanto saben leer los códigos de otros grupos.

En cuanto a género también es importante mencionar que ser mujer es una gran ventaja en un mundo que está compuesto principalmente de hombres heterosexuales sumisos. Al contrario de lo que usualmente se cree sobre la forma como las mujeres son usadas y abusadas por estos hombres sadomasoquistas pervertidos, debo decir que las mujeres tienen muchos privilegios y poder. Los hombres hacen todo lo posible por garantizar su presencia en estos espacios, incluidas a las lesbianas quienes gozan de cierto prestigio en el medio. Así que en todos los eventos las mujeres tienen garantizada la entrada, a veces a los hombres no los dejan entrar sin pareja. Además el precio de entrada es mucho menor y a veces hasta gratis. Para dar un ejemplo es posible que la diferencia sea $50 hombres solteros comparado con $5 para mujeres. En un evento siempre vas a encontrar hombres que quieren que los uses como esclavos u objetos y que te ofrecen todo tipo de servicios. Si el hombre insiste después de que le has dicho que no estás interesada y te está molestando, basta con hacerle señal al monitor quien se encargara de sacarlo y a veces hasta de prohibirle la entrada en el futuro. Como mujer me siento mucho más segura en este ambiente de hombres armados con látigos y cuchillos (en Nueva York), que en un rumbeadero cualquiera en Medellín.


Cuestionamiento a la normalidad

En este ambiente las personas se vuelven muy particulares y especializadas en lo que les gusta, pero por lo general hay respeto y curiosidad por los gustos de los demás. Así en las reuniones hay muchas reacciones de sorpresa o de risa pero no es común escuchar a las personas criticando o burlándose de los otros. Hubo una reunión en Paddles en la que se hizo una demostración de juego médico que involucraba grandes agujas en el pene y se veía la reacción de los hombres del público y decían cosas como “yo jamás lo haría, pero cada cual en lo suyo”. Con tal de que tus juegos no infrinjan las reglas del lugar todo está permitido. Es un ambiente donde las personas han visto cosas tan salidas de lo común que ya nada les sorprende ni les parece extraño. Esto tiene un efecto de tranquilizar a las personas que apenas comienzan y a ir dejando atrás la vergüenza o el miedo al que dirán que no tiene sentido en un lugar como estos.

Dentro de los ejemplos extremos está una pareja que juega con cuchillos. Ella se acuesta en una camilla, él la ata de pies y manos y luego le mete cuchillos por la vagina. Nuevamente se ve la sorpresa en los rostros de la gente pero nadie critica ni los tacha de enfermos. Muchas de las personas se ponen camisetas, cachuchas u otros accesorios que dicen Pervert (pervertido), palabra de la que se han reapropiado las personas “kinky[p1] ”, así como en otros espacios los gays se han identificado con términos que solían ser ofensivos como bollera o marica.


(Ver Anexo 10: Carol Queen, “Bisexuales pervertidas entre lesbianas leather”.)


El sexo a puertas abiertas

Por lo general, en el SM, el sexo es algo que se exhibe y se comparte. Mucha parte del juego SM se hace en fiestas privadas o en clubes ya que no siempre se cuenta con las condiciones adecuadas en los espacios habituales. El hecho de que sea público es muy importante para la transmisión de conocimiento sobre la técnica y para servir de inspiración para escenas futuras.

El sexo deja de ser algo que se hace a puerta cerrada y en silencio para convertirse en el protagonista del show. Para esto es necesario tener una actitud positiva hacia el sexo, haber afrontado los sentimientos de vergüenza y culpa y haber desaprendido mucho de lo que nos han enseñado sobre el sexo a lo largo de la vida. Es muy interesante poder observar cómo son las relaciones sexuales de otras personas para aprender unos de otros. Poder ver los cuerpos desnudos y las partes “privadas” de otras personas para llegar a una aceptación del propio cuerpo. Llega un punto en que el efecto es el contrario de lo que se podría pensar. Parece ser que en vez de aumentar el morbo hacia el sexo, lo que sucede es que se llega a ver como algo muy normal, no digno de demasiada atención. En Paddles, con frecuencia se ven personas absortas en una conversación, dándole la espalda a una pareja teniendo sexo porque esto ha dejado de ser algo excepcional. Esto le hace un cuestionamiento al mandato cultural que dice que el sexo es algo que no puede ser visto por otros y hace de él, una actividad más en la gama del entretenimiento.

La erotización de lo monstruoso

En las fiestas SM se ven todo tipo de personas que tradicionalmente no se consideran bellos y que por lo tanto no deberían exhibir sus cuerpos. Pero ahí están, completamente desnudos, forrados en PVC, cuero y en ropa interior muy atrevida. Se ven hombres con penes muy pequeños caminando tranquilos y sin vergüenza. Personas bastante gordas mostrando sus cuerpos, hombres que parecen abuelitos amarrados y ladrando como perros, mujeres con un seno del doble tamaño del otro, personas con grandes cicatrices, etc. El efecto que eso tiene es que uno deje de preocuparse por los pequeños o grandes “defectos” de su propio cuerpo y comience a disfrutar de él tal como es y de llegar hasta el punto de sentirse orgulloso y exhibir esos supuestos defectos como marca de singularidad. Se van disipando los sentimientos de inferioridad e imperfección que el comercio nos impone y permite desarrollar una sensualidad a las personas que no se sienten con derecho de tenerla.


La construcción de una ética

El erotismo es uno de los medios básicos para el autoconocimiento, tan indispensable como la poesía
Anaïs Nin.

Es importante tener en cuenta que la meta última del BDSM es el placer y bienestar de los participantes. Se trata de aprender sobre el manejo de una parte de la vida anímica reprimida, que contiene un gran poder destructivo, pero también erótico. Podría decirse que el juego sadomasoquista consiste en como jugar con ese fuego sin quemarse. Por eso en la forma en que es planteada por personas inteligentes y reflexivas, como método de exploración y enriquecimiento personal.

Por ser de naturaleza abiertamente sexual y por tratar con aspectos tan problemáticos de la personalidad, el SM sano, seguro y consensual, requiere que las personas que lo practican sean muy conscientes de las implicaciones éticas de sus actividades y comportamientos, y del efecto que estas tienen sobre sus parejas y su entorno. En el Bottoming Book encontramos la siguiente reflexión ética:


Cuando jugamos, nos damos permiso a nosotros mismos y al otro para
explorar los rincones de nuestras psiques y para aventurar valientemente por el
camino de lo prohibido. Nos exponemos a lo desconocido en el lado oscuro y
cuando nos exponemos de esa manera nos volvemos muy vulnerables. Para poder
abrirnos, y estar seguros mientras jugamos con estos temas, creemos que todos
los jugadores deben ingresar en el espacio de la escena con la más alta ética y
un compromiso firme de respetar y honrar la valentía y vulnerabilidad que todos, tops y bottoms, traemos a la escena. Vemos la escena como un espacio
especial y sagrado. Es indispensable que respetemos la confianza y la integridad
de cada individuo que participa.
[17]


Los juegos de poder existen de muchas formas en nuestra cultura, casi siempre son inconscientes y peligrosos. En el BDSM, se encuentra un espacio seguro, protegido por la comunicación clara y el consentimiento negociado, para explorar y erotizar fantasías prohibidas. Si permitimos que estos deseos nos motiven sin ser conscientes de ellos, lo más probable es que se manifiesten de manera destructiva. Puede ser mucho más constructivo representarlos con plena conciencia, dentro de los límites de una escena.

Cuando se participa en este tipo de juegos, hay que tener en cuenta que los tops y bottoms tienen identidades más allá de los roles que actúan dentro de una escena y que ambos son seres humanos completos de igual valor y merecedores de respeto. Todos los participantes deben saber que el único lugar apropiado para hacer estos roles es dentro de la escena y que deben estar muy atentos al momento en que estos aspectos se extiendan a la vida real, donde indudablemente se vuelven problemáticos. Un sadomasoquista sabe muy bien que el rol que adopta durante una escena, no es apropiado para otro tipo de interacciones.

El BDSM puede ser útil para la construcción de una ética personal que consiste en explorar y reconocer todos los aspectos de la vida anímica. Significa tener la valentía y la responsabilidad para asumir las partes más miedosas, vergonzosas o desagradables de la personalidad.

El recibir o dar golpes, tener al otro dominado, u estar atado a merced de otro son fantasías sexuales muy comunes pero que a veces son difíciles de reconocer y compartir con otros porque están asociadas a sentimientos de culpa o vergüenza. El SM se enfoca en estos sentimientos o actos prohibidos y busca maneras de obtener placer de ellos. Por lo tanto pone al sexo en un plano más honesto por su requerimiento de comunicación muy detallada en las negociaciones y además mejora la comunicación por todo el tiempo que se emplea hablando de las fantasías sexuales y las maneras de realizarlas de manera segura. No estamos acostumbrados a pedir específicamente lo que queremos en el sexo pues se nos ha hecho creer que este sucede naturalmente entre seres que aman. En el SM no sólo se acepta sino que se incita a la gente a explorar su deseo y a ser muy específica en sus preferencias.
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Esto en gran parte implica hacerse cargo de la propia satisfacción sexual, un acto ético si tomamos en cuenta que lo que usualmente se hace es reprimir la sexualidad o conformarse con los parámetros establecidos, sin tener en cuenta si obedecen a los deseos y necesidades propias. Las personas suelen quejarse o encontrar sustitutos para la satisfacción sexual pero muy pocas realmente se hacen cargo de ella.
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Notas
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[1] “Sexo, poder y gobierno de la identidad”. Entrevista a Michel Foucault. En: Hartza.com
[2] Alberto Pinzón León, “¿Foucault contra Sade o Foucault con Sade?”. Cita tomada de entrevista hecha a Foucault por Stephen Riggins. En: www.antroposmoderno.com
[3] “Sexo, poder y gobierno de la identidad.” Entrevista a Michel Foucault. En: Hartza.com
[4] Sexo, poder y gobierno de la identidad. Ibíd.
[5] José Luís Castilla, “Conversaciones en torno a la Teoría Queer”, revista Brumaria, Tenerife, julio de 2004 En:www.altediciones.com/brumaria.htm
[6] Alberto Pinzón León, “¿Foucault contra Sade o Foucault con Sade?”. Op. Cit.
[7] Michel Foucault. “Estética, ética y hermenéutica”. Foucault. Obras esenciales. Volumen III. Paidós. Básica. 1999
[8] Sexo, poder y gobierno de la identidad. Op. Cit.
[9] Beatriz Preciado. Multitudes queer. Notas para una política de los "anormales". En: Revista Multitudes. Nº 12. París, 2003.
[10] Califia & Sweeney 1996. p. 74.
[11] Alberto Pinzón León, “¿Foucault Contra Sade O Foucault Con Sade?”. Op. Cit.
[12] Beatriz Preciado. “Multitudes queer”. Notas para una política de los "anormales". En: Revista Multitudes. Nº 12. París, 2003.
[13] Fefa Vila “Carta abierta a modo de presentación del libro manifiesto contrasexual de B. Preciado” Madrid, 2002. En:www.hartza.com
[14] Ibíd.
[15] Sexo, poder y gobierno de la identidad. Op. Cit.
[16] Deleuze citado en el artículo “Cómo ser mujer y queer y no morir en el intento.” En revista Xarxa por Mujeres Preokupando. www.nodo50.org
[17] Easton & Hardy, 2003. p 35

[p1]Con gustos sexuales salidos de la norma

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